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Rusia

El patio trasero de Putin, incendiado con crisis políticas y tensiones bélicas

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Dos viejos conflictos se han reabierto: la semana pasada estalló la guerra entre armenios y azeríes en Nagorno Karabaj. Y anteayer estallan de nuevo las tensiones en Kirguizistán

Vladimir Putin saluda desde un resort en la ciudad de Sochi.
Vladimir Putin saluda desde un resort en la ciudad de Sochi. MICHAIL KLIMENTYEV EFE

El presidente ruso, Vladimir Putin, soplará hoy 68 velas con el vecindario más revuelto que de costumbre. La guerra en Ucrania sigue hirviendo a fuego muy lento tras seis años y 11.000 muertos, las protestas en Bielorrusia no se apagan dos meses después del "robo electoral". Pero además dos viejos conflictos se han reabierto: la semana pasada estalló la guerra entre armenios y azeríes en Nagorno Karabaj. Y anteayer estallan de nuevo las tensiones en Kirguizistán. Allí la Comisión Electoral Central anuló los resultados de las elecciones parlamentarias celebradas el domingo en esa antigua república soviética de Asia Central tras dos días de desórdenes masivos.

De nuevo el problema es el supuesto amaño de las elecciones. De los 16 partidos que participaron en las elecciones parlamentarias, todos menos cinco habían exigido la anulación de sus "fraudulentos" resultados, que dejan el parlamento en manos de los partidos progubernamentales, que apoyan la política del presidente del país, Sooronbai Jeenbekov, partidario de mantener buenas relaciones con Rusia.

Una persona ha muerto y cerca de 600 han resultado heridas en unas revueltas en las que manifestantes irrumpieron en la sede del Gobierno, la del Parlamento y en la alcaldía de la capital, Biskek. También asaltaron el Comité de Seguridad del Estado, donde liberaron al ex presidente Aslambek Atambayev. Incluso empezaron a nombrar autoridades alternativas.

Kirguizistán es considerada la única democracia real entre las ex repúblicas soviéticas de Asia Central, pero siempre con fuertes tensiones étnicas, que hace diez años se cebaron con la minoría uzbeka.

Precisamente Atambayev, el político liberado por los manifestantes, fue el que tomó la decisión de cerrar la base militar estadounidense en Kirguizistán (que dio apoyo a las operaciones militares de EEUU en Afganistán). Putin no quiere perder su complicidad con el Gobierno de esta república, que ha sido foco de rivalidad geopolítica entre Moscú, Pekín y Washington desde que logró la independencia.

KARABAJ

En el conflicto de Nagorno Karabaj Rusia ha preferido siempre el papel de árbitro: Moscú es la garantía de seguridad de los armenios, pero vende armas también a los azerbaiyanos, que cada vez se sienten más seguros de su propia potencia de fuego.

La creciente frustración después de años de negociaciones infructuosas y las esperanzas de una victoria militar por sorpresa llevaron al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, a atacar primero. Esta vez Turquía -que prefiere una resolución militar de la disputa- está manifiestamente del lado de Bakú. La presencia de un contingente militar islamista o yihadista facilitado por los turcos a las fuerzas de Bakú es inquietante para Rusia, que no quiere más radicales islámicos tocando su región fronteriza de Dagestán.

BIELORRUSIA Y UCRANIA

Mientras el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, trata de consolidar su poder con el dinero prestado por Rusia, La ex candidata a la presidencia bielorrusa, la opositora Svetlana Tijanovskaya, ha dicho que quiere reunirse con el presidente ruso. Pero no para felicitarle precisamente, sino para entender por qué apoya al mandatario actual de Bielorrusia, cuyo régimen está formalmente acusado de torturas y malversación electoral.

Cuando Putin desayune esta mañana su habitual plato de huevos de codorniz crudos y queso blanco, el condimento agrio estará de nuevo en el resumen de prensa: la noticia de que las muestras de sangre tomadas del opositor ruso Alexei Navalny confirman la presencia de un agente nervioso en la familia Novichok pone a Rusia más cerca de una nueva tanda de sanciones. Esta vez el análisis viene firmado por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Pero el grueso de las sanciones que sufre Rusia se debe a otro asunto que le queda por resolver a Putin (ahora que ha despejado su horizonte 'tuneando' la constitución para poder concurrir de nuevo a las elecciones en 2024): la guerra en Ucrania. El líder ucraniano Volodimir Zelenski, admitió ayer en Bruselas que no lograrán solucionar el conflicto en Donbás sin sostener un diálogo con Rusia. El tiempo dirá si durar en el poder más que Stalin le sirve a Putin para dejar un "vecindario postsoviético" más tranquilo que el que había cuando heredó el poder en la nochevieja de 1999.

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