·EXCLUSIVA· Bárbara Rey: “He querido mucho al rey Juan Carlos. Yo podría cantar esa canción de Julio Iglesias: 'Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo”

La vedette habla por primera vez del supuesto affaire que hizo temblar a la Corona, a varios Gobiernos y al CESID. Y lo hace claramente, sin cortapisas, en una entrevista a propósito de la serie 'Cristo y Rey' que acaba de estrenar Atresplayer. “La única persona que faltaba por decirlo soy yo”.
Bárbara Rey fotografiada en exclusiva para Vanity Fair con vestido de Marina Rinaldi y pendientes de Swarovski. Foto: Uxío da Vila.

–Majestad.
–¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?

Tres segundos bastan para confirmar lo que durante 40 años ha sido el secreto más voceado de la crónica social y política de España, la relación entre “una vedette y una alta personalidad del Estado”, tal y como se referían al romance en la prensa hasta anteayer. Un asunto que consigue que la expresión “tambalear los cimientos del Estado” cobre todo su sentido, y que Cristo y Rey relata sin censuras ni medias tintas.

El supuesto affaire se recoge al detalle en la serie, que acaba de estrenar Atresmedia con actores en los papeles estelares –Cristobal Suárez como el monarca, Belén Cuesta en el de la vedette y Salomé Jiménez en el de la reina Sofía y la bendición de una de sus principales protagonistas. “Mira, escucha un momento: llevan hablando de mí y de esta historia desde hace 200 años. Ahora me echan en cara que yo reconozca que he estado con él, ¡por favor! ¡Si lleváis viviendo de este tema 30 años! No tenéis vergüenza. Os habéis llenado los bolsillos, escrito reportajes, libros, habéis salido en la televisión, y en la radio, hablando y poniendo de vuestra cosecha lo que os de la gana. ¿Y a mí no se me permite contar que yo he tenido una relación con una persona? Pero bueno, ¿de qué vais?”, abre fuego Bárbara Rey (Totana, Murcia, 1950) mientras la maquillan para la sesión de fotos. “Hazme lo que quieras menos la boca. La boca me la hago yo”, exige. 

Rey llega a la cita envuelta en un chaquetón de visón de color gris, y lleva mallas negras, bolso XXL y gafas de sol oscuras, el atuendo de toda estrella perseguida por los paparazzi que se precie. Se muestra amable con el equipo, con quienes comparte su disgusto por las primeras reacciones que ha suscitado la producción de Daniel Écija. “En los títulos hay un mensaje: una parte es ficción. Hay muy poca, pero la hay. Y cronológicamente también puede haber algún salto, ¿sabes? Pero esos que dicen que yo no he estado en Zarzuela. ¡Por supuesto que he estado! Ahora, lo que no voy a aclarar es en qué condiciones”, advierte. Esa será la tónica de la conversación, en la que la que cada declaración explosiva irá precedida –o seguida– de un “no voy a hablar más del tema”. 

Han pasado casi 50 años pero María García García, su verdadero nombre –el artístico lo compuso en sus comienzos a partir de los de sus ídolos del momento, Barbra Streisand y Fernando Rey– tiene las mismas piernas que entonces, de las que no duda en presumir durante la jornada. También la voz grave y sugerente que los españoles escucharon por primera vez en el Especial Fin de Año de Televisión Española de 1975. La leyenda dice que fue precisamente ese programa el que propició su primer encuentro con Juan Carlos de Borbón. “Él me vio en la tele y se prendó de mí, claro. Por supuesto. Fue así. Pero nos teníamos que conocer, ¿me entiendes?

–¿Os presentó Adolfo Suárez?  
–No. Eso no lo puedo desvelar, pero no nos presentó Suárez, se presentó él mismo. Y ya no digo más de ese tema.
–¿Qué impresión le causó?  
–Estaba emocionada, asustada, no tengo ni siquiera palabras para definirlo. Y evidentemente no voy a desvelar más, pero lo que sí digo claramente es que no me lo presentó Suárez. Yo con Adolfo Suárez no tenía ningún tipo de amistad. Ningún tipo de amistad, ¿eh? Y cuando digo ningún tipo... Otra cosa es que yo colaborara en la campaña de UCD.

“Bárbara es a los Garrigues lo que Marilyn a los Kennedy”, escribía Francisco Umbral en El País en junio de 1977, cuando Suárez acababa de ganar las elecciones y Bárbara Rey era, además de una de las mujeres más populares y deseadas de España, la musa del partido centrista. Hasta presidió la fiesta de la victoria electoral, celebrada en el Hotel Eurobuilding de Madrid. “Yo desconocía lo que que podía suponer, ¿me entiendes? Y no me gustó nada el trato que recibí, me perjudicó enormemente. Lo hice por... Porque me lo pidieron”, zanja sobre su fugaz paso por la política oficial. Guarda eso sí muy buenos recuerdos de uno de los fundadores de la UCD, Joaquín Garrigues Walker, cuya muerte en 1980 la afectó profundamente. “No hay que olvidar que los Garrigues son de mi pueblo”, subraya. “Joaquín me trató como un ser humano, como a una mujer. Vino a tomar café a mi casa en muchas ocasiones y nunca le importó que le vieran. Te estoy hablando de mi casa de Arturo Soria que había que cruzar la portería, el jardín, la piscina...”

La vedette y presentadora lleva traje de The Extreme Collection x Nieves Álvarez, pañuelo de Marina Rinaldi, mocasines de Zara, pendientes de Osb vintage y anillo de Bimba y Lola. Foto: Uxío da Vila.

–En la serie se recrea por cierto la leyenda urbana del rey yendo en moto a buscarla, camuflado con el casco…
–Sí, lo hizo en una o dos ocasiones.
–En cuanto a él: ¿la trató como a un ser humano, como a una mujer?  
–Sí. Lo que pasa es que... Era distinto. También hay que reconocer que su posición, ser quien era... Iba por temporadas. A mí no me gusta ofender a nadie ¿me entiendes? Pero vamos, yo creo que él a mí en un momento me tuvo mucho cariño. Si me quiso o no... Yo creo que en una temporada grande, sí. Pero claro, yo sabía que no podía aspirar a otra cosa.
–Y usted, ¿le quiso?  
– Yo sí. Le he querido mucho. Lo que pasa que nosotros teníamos un pacto desde el principio, él tenía su vida, yo tenía la mía. Sabíamos que no podía haber otra cosa.
–¿Cuándo se rompió ese pacto?
–No es que se rompiera, es que en cuanto yo conocí a mi marido ya no le volví a ver.
–¿No tuvieron una relación intermitente hasta mediados de los años 90?
–No. Eso se ha comentado muchísimo y es incierto. Yo en una ocasión, hablando por teléfono en la televisión –en el programa Tómbola de Canal Nou, en julio de 1997–, dije que le había dado cariño 19 años, pero me equivoqué. Lo que yo quería decir es que era una persona que yo conocía desde hacía 19 años.

Durante la conversación, Bárbara Rey insiste en que el supuesto affaire, que empezó según ella en 1975, terminó en cuanto contrajo matrimonio con Ángel Cristo en 1980, pocos meses después de conocerse. “Estando casada me llamó por teléfono en muchas ocasiones. En plan amistoso ¿eh? Y siempre tenía la consideración de preguntar por mi marido y por mis hijos. Alguna vez me decía que se acordaba de mí, ese tipo de cosas, pero yo le contestaba que tuviera cuidado y que no me dijera nada así porque... Había varios teléfonos en casa y los podías descolgar y escuchar. Pero personalmente no volví a verle”, afirma. Me cuenta que la historia se reanudó en 1990, ya separada del domador. Y que finalizó definitivamente cuatro años más tarde. Según ella, porque don Juan Carlos conoció a otra persona. La periodista Ana Romero, autora de El rey frente al espejo, cuenta en ese libro que el monarca “simplemente cambió de teléfono”. En definitiva, dio carpetazo a la historia. La vedette y presentadora no estaba dispuesta a olvidar tan a la ligera, por lo que las cosas empiezan a tomar un cariz diferente. 

El teniente general Emilio Alonso Manglano cuenta en sus diarios, recogidos por los periodistas Alberto Chicote y Juan Fernánez-Miranda en su libro El jefe de los Espías, cómo recibe una llamada desesperada de don Juan Carlos el 4 de julio de 1994: “Emilio, tengo que contarte algo. Estoy con Fernando Almansa [entonces jefe de la Casa del Rey], nos escucha. Verás, me llamó Bárbara Rey y me fui a almorzar con ella… Tuve algún gesto con ella —continúa don Juan Carlos—. Le toqué el pecho. Esto pasó el 22 de junio. Pues el 1 de julio, el viernes, llamó una persona a Zarzuela y dijo que tiene fotos. Pide 100.000 dólares”. A partir de ese momento, y según el que fuera director de la Inteligencia española durante 14 años, entre 1981 y 1995, Bárbara Rey empieza a recibir pagos –uno inicial de 25 millones de pesetas, otro de 600 tres años más tarde, en 1997– y contratos televisivos a cambio de su silencio. De no divulgar audios y fotografías comprometedoras para las altas instancias del Estado que, al parecer, habría ido grabando durante años. Evitar que se hiciesen públicos puso en jaque al Estado y propició historias rocambolescas. Como la del maletín que agentes secretos facilitaron a la vedette para hacerle creer que iba a seguir custodiando el material, pero con la intención de destruirlo a través de un dispositivo que liberaba ácido corrosivo… Que se activó antes de tiempo, y acabó con el maletín en cuestión echando humo y Rey lanzándolo a la piscina de su chalé de Boadilla. 

En su libro Yo entré en el Cesid de la periodista Pilar Urbano el general Andrés Fuentes explica con todo lujo de detalles el hipotético operativo que montó el CESID para entrar en la casa de Bárbara Rey y hacerse con los audios, diapositivas y fotografías que atesoraba la vedette. El agente cuenta entre otras cosas que, durante el dispositivo de vigilancia, los agentes extraen valiosas conclusiones. “Los viajes de Bárbara Rey son muy interesantes… Tiene dinero en metálico, dinero negro, claro, en Bruselas, Luxemburgo y Zúrich”. Ella me niega haber tenido cuentas en el extranjero. También que su chalé de Boadilla del Monte estuviese lleno de cámaras y micrófonos, como asegura entre otros Fuentes, aludiendo precisamente a la amistad entre Rey y el dueño de La tienda del espía, que ella desmiente. “Si Bárbara Rey ha grabado a empresarios, a políticos o al maharajá de Kapurthala, al presidente de Estados Unidos o al Rey de Prusia… Se lo ha montado cierta tienda de artilugios sofisticados que está en la calle Alcalá. Son amigos… El dueño de la tienda [del Espía] está en muy buenas relaciones con Bárbara Rey. Ella ha grabado a todo el mundo. Le ha instalado un sistema de grabación de sus juergas con personajes”, dice ese libro.

–¿Grabó alguna vez usted al rey Juan Carlos en su casa? Se ha llegado a publicar que su hijo Ángel era el encargado de hacer estas supuestas grabaciones.
–Por favor, a mi hijo vamos a dejarlo, que cuando yo estaba con él era un niño menor de edad y no tiene nada que ver con nada de nada. Y no voy a hablar de ese tema. Lo que sí te puedo decir es que no he estado en La tienda del espía. Todo eso es mentira. A mí que no me vengan con un recibo que lo puedes haber hecho tú ayer, ¿me entiendes? No paran de mentir y de decir barbaridades, como que me han dado 600 millones de las arcas públicas. Yo he tenido una cantidad de problemas, de echarme en cara eso montones de personas, que no te lo puedes imaginar. ¿Cómo que yo he vivido del dinero público? ¡Por favor! ¡Eso es tremendamente fuerte! ¡Tremendamente fuerte!
–Lo desmiente categóricamente.
–¡Hombre! ¡Cómo no lo voy a desmentir! ¡Es que es mentira! ¡Es que es mentira! Ahora, si yo he trabajado en una televisión pública, y me han pagado con dinero, lógicamente el dinero será público. Yo he trabajado en La Primera, en Canal Nou, y me han pagado con dinero público. Claro. No iba a ir a trabajar gratis. También le han pagado con dinero público a Imanol Arias, a Juan Echanove, a Mar Flores. Es surrealista.
–También se dice que hubo llamadas de las altas esferas para que la contrataran.
–Pues mira, yo no lo sé, solamente sé que me han contratado porque yo valgo mucho. Y ahora me voy a echar yo las flores. Si alguien de las altas esferas tuvo que hacer esas llamadas para que me contrataran, a lo mejor es que antes las hubo para que no me contrataran. Y llega un momento que cuando no te contratan en un sitio, y en otro, te cansas.
–¿Quién la vetaba?
–Me callo. Lo intuyo. Gente del entorno.
–¿De don Juan Carlos?
**–**Y amistades. 
–En resumen: usted nunca ha chantajeado al rey Juan Carlos.
–Yo no. Esto se dice de una manera... Es que esto no es así, ni mucho menos. Explicarlo sería muy largo. Lo haré, pero cuando yo lo crea conveniente.
–El periodista Juan Luis Galiacho, que ha seguido el tema de forma exhaustiva, dice en uno de sus reportajes que lo preocupante de esos audios en los que usted habla con el rey es el estado de ánimo triste y deprimido del monarca.
–¿Ah, sí? Yo he hablado con él de muchísimas cosas de las que a él le han preocupado, pero se quedan para mí. Pero bueno: cuando estaba conmigo no tenía ningún bajón. Todo lo contrario.

Kimono de Isabel Gomila y pendientes Zara. Foto: Uxío da Vila.

“Hubo una temporada en la que nos estuvimos viendo en un lugar que estaba lleno de cámaras y de micrófonos del CESID. El chalé de la Calle Sextante”, me dice la vedette, que sitúa ahí las grabaciones comprometidas, algunas de las cuales se han llegado a divulgar en los últimos tiempos. Por ejemplo, en la serie de HBO Salvar al rey. A Bárbara no parece haberle gustado esta producción, que en su opinión refleja “muchísimas barbaridades. Y no solo de mí. Todo tiene su tiempo, y primero hay que informarse de cómo eran las cosas en el 77, 78 y 79, y no opinar de lo que tú crees que sabes en el 2022 que pasó en el 1990”, desliza.

El momento más sensible llegó en el verano de 1997, cuando Rey vio frustrada su participación en el programa de Canal Nou Tómbola –eso sí cobró el caché, que ascendía a dos millones de pesetas–. Aunque no pisó el plató, esa misma noche telefoneó al periodista de Francesc Arabí desde la habitación en la que, según ella, la encerraron para evitar que hablase en el espacio. Al día siguiente, El Levante publicó una entrevista en la que decía cosas como "quien mantuvo la relación conmigo no se ha portado bien, ni siquiera me ha telefoneado” o “a mí no me tenéis controlada. Que no saliera anoche no significa que no pueda ir por aquí”. Declaraciones escandalosas que, sumadas a las denuncias por la sustracción en su domicilio de “material sensible que perjudica a una alta personalidad del Estado” que había interpuesto poco antes, y al comunicado que recibieron los medios ese mes de junio en el que señalaba a Manuel Prado y Colón de Carvajal, persona de confianza del rey Juan Carlos, como el autor de esos robos, hicieron que el asunto saltase a los medios. El diario El Mundo llegó a llevar el tema en portada. “Bárbara Rey denuncia a Manuel Prado por el robo de documentación comprometida”.

Misteriosamente, Bárbara Rey no volvió a hablar del asunto de forma tan explícita hasta 2014, cuando un programa de Tele 5 anunció a bombo y platillo una entrevista en la que iba a contar su gran secreto, que al final resultó ser sus problemas con el juego. En 2018 volvió a amagar con contarlo en esa misma cadena. "Nunca he dicho que fuese cierto, en ningún sitio. Hay personas a las que se le tiene un aprecio y cariño, lo que no quiero es hacerles daño ni aprovecharme en momentos difíciles". “Yo siempre he sentido afecto. Siempre. Yo le quise mucho y siempre he sentido afecto. Es más: siempre he dicho que debería estar en España”, me dice hoy.

–¿Verá la serie?
-Creía que ibas a decirme si podría verme a mí. Yo burka no me pongo. No. En la serie le sacan bastante guapo, yo qué sé.
–Lo era.
–Sí. Era muy atractivo, estaba muy bien. Yo podría cantar la canción esa de Julio Iglesias: 'Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo'.
–¿Ha hablado con él antes de hacer público su romance?
–No tengo su teléfono ahora. A ver si me lo da.
–¿Se imagina que se pone en contacto con usted?
–No. Ni se me ha pasado por la cabeza. Ahora tiene muchos funerales, mucho trabajo.

Don Juan Carlos no ha sido el gran amor de su vida. Sí un hombre “que no es de mi pueblo, como se ha dicho”, que conoció en Madrid cuando tenía “18 años y medio. Fue mi primer hombre, con él descubrí todo”, dice con nostalgia. Después llegaría Alain Delon, que no se limitó a "una noche de amor como se dice, algo que me molesta profundamente. Fuimos amigos con derecho a roce del 74 al 77. Estaba loco por mí, y los periodistas lo saben”. Y, a finales de los 70, Ángel Cristo. “El padre de mis hijos. Le quise tanto, tanto, tanto”, asegura. El matrimonio, que duró casi una década, estuvo marcado por los malos tratos del domador y sus adicciones al alcohol y las drogas, que la serie Cristo y Rey refleja en toda su crudeza. “Ha habido que dulcificar algunas cosas. No sé si era un problema de inseguridad, de su carácter. En fin. Pero yo lo he querido muchísimo, de lo contrario me habría separado mucho antes”, confiesa.

–¿Qué le enamoró de Ángel Cristo?
–Va a parecer mentira, pero Ángel tiene un lado dulce que es maravilloso. Hablo de él en presente sin darme cuenta... Si hubiera seguido así habría sido el matrimonio más maravilloso del mundo.
–¿Cómo consiguió mantenerse alejada de su estilo de vida?
–Nunca he bebido, solamente era adicta al tabaco, que lo dejé hace veintitantos años. Nunca me dio por la droga. Me daba mucho miedo. Y porque tenía dos hijos. Yo decía 'Dios mío, si aparte de su padre yo tomo ese camino, que sería de ellos, de nuestras vidas'. Yo era la única que tenía la cabeza en su sitio, tanto en el negocio como en la familia.

Bárbara Rey y Ángel Cristo el día de su boda, celebrada el 12 de enero de 1980 en Valencia. EFE/album

Album / EFE

–Cuando denunciaba los malos tratos no la creían.
–No he abusado de las denuncias. La jueza no tomó declaración de testigos. Ella tenía muy clara la sentencia. Imagínate cómo fui juzgada. Mi marido estaba todo el día bebido y drogado. Había días que tomaba cinco o seis botellas de whisky. O del alcohol que tuviera. Le daba igual, hasta alcohol puro. La droga, igual. Todos los días. Mucha cantidad. Yo no recibí ninguna ayuda judicial. Mis hijos tuvieron que seguir viendo a su padre cada fin de semana.
–Con consecuencias nefastas.
–Para mi hija –Sofía ha reconocido que su adicción a las drogas, que ha superado felizmente, comenzó cuando tenía tan solo 15 años a instancias de su padre–. Conduciendo bebido y drogado. Si hubiera tenido un accidente... Yo hablaba con mi hermana y mi cuñada, y con mi sobrino Jesusín, que me ayudaban en lo que podían... Me tendría que haber separado antes, no lo hice por amor y por miedo.

El rodaje de Cristo y Rey ha sido duro para Bárbara. “Lo he pasado mal. Me he roto. He llorado muchísimo recordando situaciones con mi marido. Lo dejé todo por él. Me parece tan ridículo que digan que yo seguía con el rey durante mi matrimonio. Yo he trabajado en todas las funciones de circo desde que me casé, no podía ver ni a mis padres. Los vi en dos ocasiones. Estaba siempre en el circo. Y la gente del circo lo sabe. A mí me viene a buscar alguien, como dijeron el otro día, en helicóptero, y explotamos en el aire", sostiene.

En este momento de la conversación Bárbara empieza a retocarse ella misma los labios, que siempre lleva maquillados de rosa. Me fijo por primera vez en sus manos, en sus uñas pintadas de fucsia, un color muy llamativo. “Yo siempre he sido muy especial para mi aspecto, para ropa. Aunque no lo hayan querido reconocer, he marcado tendencia. De forma de vestir y de pelo”, dice con un punto de coquetería. Cuenta que heredó su estatura, metro ochenta, poco habitual en la España de los años 50, de su padre. Está especialmente orgullosa de su Murcia natal. “De mi tierra solo salen cosas buenas”, sentencia. Durante los últimos cuatro años ha vivido prácticamente en Totana, cuidando de uno de sus hermanos. Solo se ablanda hablando de su familia. De su Ángel, que se dedica a la promoción musical y vive alejado de los medios, de la adoración que siente por ella su hija Sofía, de su nieta... Pero no cabe duda de que Bárbara Rey es una mujer fuerte, y perfectamente capaz de librar un pacto con el CESID o con quien haga falta por defender sus intereses. “He dado más miedo del que he pasado”, reconoce. “Muchas personas que se dedican a ese mundo de la política y del gobierno y tal, ¿entiendes?, no son gente valiente. En el fondo son gente miedosa. Tienen mucho miedo a perder el poder. A que haya cualquier cosa que no puedan defender. Son unos caguetas. Y yo, no. Yo soy muy valiente. Porque el miedo no trae más que desgracias”, sentencia.

–¿Por qué ha decidido hablar ahora de todo esto?
–Porque era la única persona que faltaba por decirlo: yo. 

Abrigo de Eduardo Navarrete, zapatos de Zara, medias de Calzedonia y pendientes de Agatha Paris. Foto: Uxío Da Vila. 


El reportaje completo se publicará en el número de marzo de Vanity Fair, en kioskos el 20 de febrero.

Fotógrafa: Uxío Da Vila
Maquillaje: Carmen de Juan
Estilismo: Berta Álvarez