35 años sin Alfonso de Borbón y Dampierre, el malogrado aristócrata que vivió un romance con la actriz Mirta Miller

Nieto de Alfonso XIII, exesposo de la nieta de Franco y pareja de Mirta Miller (una de las caras del destape), así fue la desafortunada vida del caballero de triste sonrisa.
Don Alfonso de Borbón y Dampierre posteriormente Duque de Anjou y Cdiz  llega al aeropuerto de Londres para asistir a la...
Don Alfonso de Borbón y Dampierre, posteriormente Duque de Anjou y Cádiz (1936 - 1989, centro) llega al aeropuerto de Londres para asistir a la boda de la Princesa Alexandra y Angus Ogilvy, Reino Unido, 22 de abril de 1963.Evening Standard/Getty Images

A principios de los ochenta, Mirta Miller volvió a poner de actualidad la larga saga sentimental de los hermanos Borbón y Dampierre, famosos en las revistas del colorín. Concretamente corría el año 1980 cuando la actriz de origen argentino empezó a salir con Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz y primo del rey Juan Carlos I. El aristócrata, que siempre tuvo reputación de caballero de triste sonrisa, era hijo de Jaime de Borbón y Battenberg, quien renunció a los derechos de sucesión al trono de España para él y sus descendientes por su condición de sordomudo (y por orden expresa de su padre, Alfonso XIII).

En 1969 Franco designó a Juan Carlos como su sucesor a título de rey, y fue entonces cuando, según cuentan, algunos personajes del movimiento comenzaron a calentar los cascos a Alfonso, que a partir de ahí empezó a mostrar deseos sucesorios. Según contó Juan Balansó, sus planes de boda con Carmen Martínez Bordiú, nieta mayor del dictador, le llevaron a recabar el informe del Consejo del Reino y la aprobación de las Cortes para el enlace, invocando el artículo 12 de la ley de Sucesión franquista que disponía que “los matrimonios regios, así como el de sus inmediatos sucesores, habrán de ser informados por el Consejo del Reino y aprobados por las Cortes de la Nación”.

El fallecido periodista y escritor especializado en temas de la realeza escribió que el entonces príncipe Juan Carlos procuró “ilustrar al viejo dictador sobre la situación dinástico-familiar”, que las aguas se amansaron y que la boda se celebró sin aprobaciones oficiales de los altos organismos del Estado franquista. Pero Alfonso de Borbón, “a la sazón embajador en Suecia”, no cejaría en su empeño de “reclamar un estatus principesco. Ocho meses después de su boda nace su primer hijo y el mismo día el feliz bisabuelo Franco faculta el ducado de Cádiz para su nieto político, concediéndole motu proprio el tratamiento de Alteza Real, no solo a él, sino extensivo a la cónyuge y descendientes. Carmencita es, al fin, una alteza, aunque nadie sabe a ciencia cierta de qué Casa Real”.

La boda de Carmen Martínez-Bordiú y don Alfonso, duque de Anjou y Cádiz, en la capilla del palacio de El Pardo, el 10 de marzo de 1972.

Keystone/Getty Images

Pero aquel matrimonio, donde nunca hubo pasión, estaba destinado a fracasar, y de hecho lo hizo. Tras separarse de la nietísima, el hombre al que los legitimistas franceses consideraban cabeza de la casa real francesa encontró consuelo en brazos de Miller. Nacida en Buenos Aires en 1947, la atractiva intérprete había llegado a España, donde se acabó nacionalizando, en 1969. Debutó en el cine en plena eclosión del destape, un género cinematográfico que ella misma cultivó, con
papeles secundarios de cintas como Una chica casi decente (1971) o Un lujo a su alcance (1975). Aunque uno de sus primeros proyectos destacables fue Cría cuervos (1976), de Carlos Saura, en la que encarnaba a la chica con la que Héctor Alterio hacía el amor cuando muere, deceso que por cierto la pequeña Ana Torrent presenciaba traumatizada.

También dio que hablar su siguiente película, Retrato de familia, donde aparecía desvirgando a un niño de 12 años. “El filme de Antonio Giménez Rico despertó las iras de los papás ultras, que lo acusaron —y, al propio tiempo, a Mirta— de corruptor de menores; acusación a la que todos los interesados respondieron detallando multitud de pormenores en los que quedaba bien patente que el pequeño actor catequizado por la Miller permaneció antes, durante y después del rodaje de la secuencia lo que se dice bien tranquilo”, explicaría luego un periodista de Interviú.

Según rezan las crónicas periodísticas, el primer gran amor de Miller fue Bernard, un empresario francés que la hizo feliz hasta que un desafortunado accidente de coche puso fin a su vida. Luego apareció Borbón y Dampierre, con el que decidió vivir el presente. La actriz señaló en una entrevista que en un primer momento pasaron una temporada concertando citas clandestinas: “Cada vez que me arreglaba para salir con Alfonso, pensaba que esto iba a durar muy poco y, en cambio, ha durado ocho años, pese a mi incredulidad inicial. Al principio él estaba obsesionado con su exmujer, ciego de celos y de amor”.

Mirta Miller en su casa de Madrid en 1972.

Gianni Ferrari/Getty Images

Poco a poco, Miller fue aparcando su carrera actoral para poder viajar junto a su chico de aquí para allá. “Con el tiempo, la relación entre Alfonso y Mirta se fue estabilizando, pero siempre dentro de unas especiales normas de comportamiento”, relató su amiga Isabel Pisano. “Aquellos desnudos juveniles de Mirta eran utilizados por la madre de Alfonso como impedimento de una unión oficial y reconocida”.

Durante el tiempo que duró la convivencia entre ambos, el duque de Cádiz vivió algunas de sus horas más bajas. Especialmente duro fue aquel día de febrero de 1984 en el que su hijo mayor, Francisco de Borbón, de 11 años, falleció en el hospital después de que el coche en el que viajaba—y que su padre conducía— chocase contra un camión. Aquello ocasionó una fuerte depresión a Alfonso, que encima tuvo que soportar que su ex pidiera la custodia de su hijo pequeño. Y como las desgracias nunca vienen solas, en enero de 1989 fue el propio Alfonso quien halló la muerte, con solo 52 años, en una pista de los Campeonatos Mundiales de esquí en Colorado (Estados Unidos), al chocar con uno de los cables dispuestos para sujetar la pancarta de meta, que le seccionó el cuello.

En los días posteriores al accidente se descubrió que los médicos tardaron más de media hora en atenderlo en la nieve y dos horas en trasladarlo al hospital. Además, Daniel Conway, el empleado que manipulaba el cable de acero que fracturó el cráneo del duque, desapareció del mapa y ya nunca más se volvió a saber de él. Pese a todo, el informe de la investigación criminal estadounidense concluyó que todo se debió a un “accidente fortuito”, descartando que hubiese negligencia por parte de la organización de los Campeonatos del Mundo de esquí.

Varios años después, Miller le confesó a un periodista que su entonces compañero sentimental había tenido poco días antes del accidente una pesadilla en la que intuía que iba a morir de forma trágica: "Hay muchos puntos oscuros. Alfonso era un gran esquiador; frenaba de aquí a un metro aún viniendo con velocidad, era imposible que se ‘tragara’ aquel cable que le seccionó el cuello. Me he enterado de bastantes cosas, y una de ellas es que hicieron desaparecer a las personas que colocaron en medio de la pista aquel cable”.

Fuera como fuese, lo más doloroso para Miller fue que su familia política no le permitiera despedirse de su pareja en el entierro, celebrado en el convento de las Descalzas Reales de Madrid y presidido por los reyes Juan Carlos y Sofía. "Desde que murió, ningún hombre ha podido llenar el hueco que él dejó en mi corazón y en mi vida. Solamente salí con un chico más joven que yo y todo acabó muy mal", confesó hace unos años la actriz, que se retiró del cine tras aparecer en el filme Blockbuster (2013), de Tirso Calero, y ahora lleva un tiempo alejada del foco
mediático.