Estadio Omnilife, un lustro de luz y sombra

Cinco años después algunos aspectos del proyecto original han cambiado. Pero la meta principal no se ha cumplido.

Es decir, el Estadio Omnilife, la casa de Chivas desde el 30 de julio de 2010, está considerado el mejor de México y entre los mejores de América Latina. Pero hasta la fecha, la afición rojiblanca no termina por identificarse como en su momento lo hizo con el viejo Estadio Jalisco.

Desde sus inicios, los primeros bosquejos mostrados por los diseñadores franceses Jean Marie Massoud y Daniel Pouzet estaba contemplado como un recinto dirigido a la clase media alta, lo cual anticipaba lo que pasaría después.

Un inmueble innovador, pero distanciado del sitio en el que la afición de Chivas vio formar la leyenda del Campeonísimo, y cercano a otro tipo de seguidores poco conocedores de su historia y sólo al pendiente de los partidos de Liguilla o los Clásicos contra América o Atlas.

Una larga travesía hacia la apertura

Oficialmente la construcción del estadio, que en un principio recibió el nombre de Templo Mayor, inició en 2004 cuando la entonces Primera Dama, Martha Sahagún asistió al evento en el que de manera simbólica se colocó un árbol gigantesco en lugar de la tradicional primera piedra.

La idea del polémico dueño del Rebaño, Jorge Vergara, es que el coloso fuera inaugurado en 2006, justo cuando se cumpliera el centenario de la fundación del Club Guadalajara.

Sin embargo, la obra sufrió retrasos y fue hasta 2007 cuando se contrató a la empresa de los Ingenieros Civiles Asociados (ICA) para acelerar la construcción. No fue sencillo, ya que ante la prisa de sus dueños, que en ese entonces ya se había integrado Angélica Fuentes al equipo Omnilife, la construcción iba a un paso más lento quedó listo hasta 2010; la apertura al público fue el 30 de julio de ese año.

Pocos llenos

La noche del 30 de julio fue espectacular. El partido inaugural fue Chivas ante Manchester United y sirvió como despedida para Javier Chicharito Hernández, quien ya era el flamante refuerzo del equipo inglés; jugó los primeros 45 minutos como rojiblanco y después con su nuevo club.

Fue la única vez que el inmueble registró el lleno en todas sus localidades, incluyendo los palcos.

Y es que ni siquiera el juego de la Final de la Copa Libertadores contra el Inter de Porto Alegre, también disputado ese año, logró convocar a tal cantidad de aficionados.

Para mala fortuna de los intereses comerciales del Omnilife, los resultados deportivos no han colaborado para atraer al público deseado pese a los intentos que se han llevado a cabo a través de promociones o la creación de rutas de autobuses con servicio gratuito desde el rumbo de la Calzada Independencia, que es donde se concentra la mayor parte de los seguidores del Guadalajara.

En cinco años, Chivas solamente ha clasificado a cuatro Liguillas (Clausura 2011, Apertura 2011, Apertura 2012 y Clausura 2015), pero hasta la fecha no se ha jugado ninguna Final de Liga.

Regularmente los precios de los boletos, dependiendo la magnitud del juego, van desde los 80 pesos hasta los 600 u 800 pesos.

Una de las críticas que hacían los aficionados más tradicionales es que en el nuevo estadio ya no encontraban la comida mexicana como tortas ahogadas, tejuinos y tacos, ya que al interior se vende comida de concepto estadounidense como hot dogs, hamburguesas y nachos a precios altos.

A partir de 2012, se instaló a las afueras del inmueble puestos de antojitos para volver a atraer a ese público.

Otra innovación es el museo en el que se exhiben los principales trofeos que ha conquistado Chivas como sus 11 títulos de Liga, dos de Copa y otros más, además de la muestra de fotografías de antaño y un espacio exclusivo para su máximo goleador e insignia: Salvador Reyes.

Hoy, se cumplen cinco años del inicio de una nueva etapa en un hábitat diferente al acostumbrado en sus orígenes, y trata a través de resultados de enamorar a su gente.

PHM / I