EL ACTOR, QUE SE RETIRÓ EL AÑO PASADO, PRESENTA EN MADRID SU BIOGRAFÍA, EN LA QUE NO DEJA TÍTERE CON CABEZA

Alfredo Landa se sincera en unas sabrosas memorias

Alfredo Landa.

Alfredo Landa.

OLGA PEREDA
MADRID

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Alfredo Landa (Pamplona, 1933) lo deja muy clarito. "Yo, ante todo, soy sincero", advierte. Y tanto que lo es. El actor demuestra que no tiene ni un solo pelo en la lengua en Alfredo el Grande. Vida de un cómico, la biografía editada por Aguilar y escrita por Marcos Ordóñez. Entre otras miserias, Landa desvela que se le pasó por la cabeza pagar a alguien para que le rompiera las piernas a José Luis Dibildos, que Gracita Morales se convirtió en una "diva intratable", que Pilar Miró le dio de todo menos alegrías, que Imperio Argentina era un "monstruo de persona" y que José Luis López Vázquez jugó muy sucio para robarle un papel.

Pero Landa no se ha tropezado solo con personas algo rastreras en su vida profesional. Ahí están, por ejemplo, sus adorados Pepe Sacristán, Miguel Ángel Rellán y el fallecido Antonio Ferrandis. Por no hablar de su mujer, Maite Imaz, con quien lleva "muy felizmente" casado 47 años. "Ella es mi prolongación, mi 50%", afirmó ayer el intérprete, que decidió retirarse el año pasado tras notar que la pasión por su oficio se le estaba escapando a raudales.

PELÍCULAS BODRIOS

Landa también se muestra sincero al reconocer que muchas, muchísimas de sus películas son auténticos bodrios. "De los cien filmes que he hecho, me han dirigido en unos diez", afirma en el libro. "Aunque, que conste, que hasta en las pelis malas yo estoy bien como actor", apostilló ayer. "Yo defiendo el landismo. Mato por el landismo", zanjó el intérprete, el único en el mundo cuyo apellido ha dado origen a un género.

Entre la minúscula lista de directores venerados por Landa está Juan Antonio Bardem, que le rescató de tanta sueca en la impactante El puente (1977). "Bendito Bardem", exclama el actor mientras junta sus manos a modo de oración.

Con José Luis Garci, que le dio uno de los papeles de su vida en El crack (1981), tiene una relación de amor-odio. "Vale un huevo como escritor, aunque va a su bola y no confía en los demás", asegura. Tras varios enfrentamientos y reconciliaciones, el año pasado Garci se negó a entregarle el Goya de honor. El desplante hizo que Landa cortara por lo sano y asegurara que "antes monja" que volver a trabajar con Garci.

Pero, una vez más, actor y director sellaron la paz. Pasados unos meses, Landa llamó a Garci y le dijo: "Si en algo te he fallado, te pido perdón". "Yo también te pido perdón", le contestó. "Nada, hombre, no ha pasado nada", concluyó Landa. Fin de la enemistad.

Antes de esa llamada de reconciliación, Landa protagonizó uno de los episodios más espantosos de su vida. En la gala de los Goya, cuando subió a recoger su premio de honor fue incapaz de soltar dos palabras coordinadas. "Qué sufrimiento. Yo quería decir cosas, pero no podía. Era consciente de que estaba haciendo un ridículo espantoso. No lo he pasado peor en mi vida", desvela en el libro. Los médicos le hicieron mil pruebas y no encontraron nada. Solo fue un "gatillazo emocional".